Desde los primeros años de escolarización, incluso antes de eso, en el ámbito familiar, los padres y maestros intentamos educar a los niños a través de pequeñas conductas, que bajo nuestro punto de vista y bajo el punto de vista social, crearán futuros ciudadanos educados, respetuosos y agradecidos.
Este concepto es lo que llamamos en la Educación Infantil “Palabras Mágicas”, imprescindibles expresiones que harán la convivencia en la escuela y en casa más agradable, es lo que se conoce como buena educación y buenos modales.
Dependiendo de la edad de los niños podemos elegir una cantidad u otra de palabras mágicas pero siempre siendo las principales e imprescindibles de cada etapa: gracias, perdón, por favor, a las que podremos añadir, buenos días, me prestas, de nada o adiós.
¿Cómo aprenderán los niños estas palabras? o ¿cómo sabrán en qué momento deben utilizarlas? Bien, aquí tiene un papel fundamental el modelado, propuesta pedagógica de Bandura, donde los niños toman como ejemplos a personas de distinta edad (profesor y niño o padre y niño) y el tutelaje, donde los niños toman de modelo a las personas que evolutivamente están más acordes con ellos (compañeros de clase).
Por todo ello, como adultos responsables y conocedores de la importancia de los buenos modales, debemos darles un ejemplo claro y correcto de lo que en la sociedad se entiende por conducta respetuosa y educada. Los niños y niñas de edades tempranas imitarán todo lo que vean en sus referentes, sea bueno o malo, por tanto depende de nosotros su formación.
En este caso os propongo un método sencillo como soporte de estas palabras mágicas. Se trata de un cartel/póster donde con ayuda de los niños colocaremos las palabras mágicas que son importantes en nuestra casa/colegio. Dependiendo de la edad escribiremos la palabra en minúscula, mayúscula o simplemente con pictograma, acorde al nivel madurativo del niño. La utilización de estas “Palabras Mágicas” siempre será reforzada, pero de manera verbal, ya que no podemos fomentar los premios constantemente, por ejemplo: “qué bien que me lo pediste por favor”, “qué alegría que me des los buenos días, buenos días para ti también Juan” …
De esta manera, con la implicación de los niños en el proceso de la actividad y sobre todo su concienciación sobre el tema, será más sencillo que las palabras formen parte de sus expresiones habituales